Las tumbas papales de la Antigua Basílica de San Pedro fueron los lugares de último descanso de varios Papas, la mayoría de los que gobernaron entre el siglo V y el XVI. La mayor parte de esas tumbas fueron destruidas entre los siglos XVI y XVII durante la demolición de la antigua basílica vaticana, excepto aquellas ya desaparecidas durante el Saqueo de Roma en el año 846. Las sobrevivientes a aquellos dos eventos fueron transferidas a la actual basílica, que se sitúa en el mismo lugar de la anterior, y un puñado de otras a varias iglesias de Roma.