Se llama extravagancia a toda aquella palabra o acción que se sale fuera de todo orden y concierto; y extravagante al que las ejecuta o dice. Se comprende bajo esta idea general todo disparate o desbarro.
Así pues vemos que lo extravagante falta a la regla y no sigue mas que sus rarezas o caprichos; pero en rigor puede ser un hombre extravagante sin ser loco, ni desatinado.
El loco es el que tiene perturbado enteramente el juicio y la razón, y asi en latín entre otras denominaciones se le daban la de insanus, demens, que signica tener la mente perdida y enferma la razón, pues el loco carece de ella, y procede solo por una impresión o movimiento mecánico.
La palabra imbécil, del latín imbellis, imbecillis, imbecillitas, en su recto sentido significa ‘endeble, que carece, de fuerza, de vigor’: es la flaqueza, la enfermedad, y trasladado, lo lánguido, lo cobarde, lo tímido, lo inepto; y se llama comúnmente imbécil al hombre simple, mentecato y menguado.
El insentato carece enteramente de sensatez, de entendimiento, y en todo procede enteramente a oscuras. Por consiguiente, carece de sentido, es enteramente tonto y fatuo, no conoce la razón, es un necio.
Los locos tienen mucha fuerza de imaginación, que regularmente desvaría y se exalta hasta llevarlos al furor. Son raras y extrañas las ideas de los extravagantes; muy limitadas las de los insensatos; los imbéciles no tienen ideas propias.